El CRAMA Bioparc de Gijón participa en un ambicioso programa de conservación interregional que multiplica por diez las posibilidades de supervivencia de esta vulnerable especie, la tortuga boba.
El mar Mediterráneo late con más fuerza estos días en las instalaciones del CRAMA Bioparc, el Centro de Recuperación de Animales Marinos del Principado de Asturias. Veinte pequeñas tortugas bobas (Caretta caretta), nacidas en las cálidas playas de Murcia, han comenzado una carrera por su supervivencia. Eso las mantendrá en aguas asturianas hasta junio de 2026, cuando regresarán al mar que las vio nacer.

La llegada de estas crías representa mucho más que un traslado entre centros: es un eslabón fundamental en la cadena de conservación de una de las especies marinas más amenazadas del Mediterráneo. En libertad, apenas una de cada mil tortugas bobas recién nacidas alcanza la edad adulta, una estadística demoledora que los programas de headstarting —crecimiento asistido— buscan transformar.
Un nido de de tortuga boba rescatado del Mediterráneo murciano
La historia de estas veinte pequeñas tortugas comenzó el pasado 13 de julio en el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila. Allí, el equipo de voluntariado de Territorio Tortuga descubrió un nido con un tesoro incalculable: 97 huevos de tortuga boba. Tras varias traslocaciones para proteger los huevos de posibles inundaciones, entre el 29 de agosto y el 1 de septiembre nacieron 52 crías vivas, todas ellas incorporadas al programa Headstarting coordinado por la Dirección General de Patrimonio Natural y Acción Climática de la Región de Murcia.
En los últimos cinco años, la Región de Murcia ha registrado anidaciones en 2019, 2020, 2023, 2024 y 2025, con un total de 256 eclosiones, un dato esperanzador que refleja cómo desde comienzos de este siglo se constata un paulatino incremento de los eventos de anidación de tortuga Caretta en el Mediterráneo occidental, especialmente a partir de 2012.
Un hogar temporal con todas las garantías
En las instalaciones del CRAMA Bioparc, las tortugas están recibiendo cuidados especializados que marcarán su futuro. Cada semana, el equipo veterinario las pesa y mide para seguir de cerca su desarrollo. La alimentación, basada en una papilla formulada con bocarte, chipirón, merluza y gambas, se adapta a las necesidades de cada ejemplar y a sus diferentes etapas de crecimiento.
Pero el cuidado va más allá de la nutrición. El centro ha recreado un entorno que simula las condiciones naturales del océano, con corrientes de agua, refugios y estructuras de enriquecimiento ambiental diseñadas para fomentar los comportamientos propios de la especie.

“Nuestro objetivo es que estas tortugas crezcan fuertes, sanas y preparadas para la vida una vez que vuelvan a su hogar en el Mediterráneo·, explica Laura Marcos, veterinaria del CRAMA BIOPARC. “Este tipo de programas no sólo contribuyen a recuperar las poblaciones de tortugas marinas, sino que también nos permiten avanzar en la investigación y el conocimiento sobre biología y conservación”, añade Susana Acle, directora de biología, veterinaria e investigación de BIOPARC Acuario de Gijón.
La próxima semana, se sumarán al programa diez tortugas más nacidas en tres nidos de Mallorca e Ibiza durante el verano de 2025. Estas otras crías forman parte de una iniciativa impulsada por el Consorcio de Recuperación de Fauna de las Islas Baleares (COFIB) que también cuenta con la participación de varios centros especializados de toda España.
España, laboratorio natural para la conservación marina
El caso de estas tortugas bobas es un ejemplo perfecto del papel estratégico que España desempeña en la conservación de la biodiversidad marina mediterránea. La tortuga boba está catalogada como «vulnerable» en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y su distribución potencial abarca la totalidad de las aguas marinas bajo soberanía española.
Actualmente el Mediterráneo español se compone de 128 espacios marinos o marítimo-terrestres de la Red Natura 2000 que suman más de 4 millones de hectáreas, lo que representa el 16% de las aguas españolas en esta región marina. Estos espacios albergan arrecifes, praderas de posidonia, tortugas marinas y cetáceos, entre otros ecosistemas y fauna marina de importancia vital para el equilibrio del ecosistema mediterráneo.
En total, España cuenta con 1.468 Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y 662 Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) dentro de la Red Natura 2000. Eso supone una superficie de más de 222.000 km² —aproximadamente el 27,35% del territorio español—, incluyendo tanto el medio terrestre como el marino. Este compromiso posiciona al país como uno de los actores clave en la conservación europea.
Así, el Gobierno de España ha anunciado que va a aumentar la superficie marina protegida hasta el 25,7% en 2025, acercándose al objetivo del 30% para 2030, en línea con los compromisos internacionales de conservación de la biodiversidad.
El Headstarting: una segunda oportunidad de vida para las tortuga boba y más especies en peligro
Los programas de headstarting son una técnica de conservación que consiste en criar a los ejemplares recién nacidos bajo supervisión veterinaria hasta que alcanzan un mayor tamaño y peso, multiplicando así sus posibilidades de supervivencia en el medio marino por diez.
Las tortugas marinas recién nacidas son especialmente vulnerables a los depredadores y a las condiciones ambientales adversas. Por ello, las crías seleccionadas se crían temporalmente en un entorno controlado hasta alcanzar un tamaño y fortaleza que les permite regresar al mar con mayores garantías de supervivencia.
Una red de colaboración interregional ejemplar
La presencia de estas tortugas en el CRAMA Bioparc ejemplifica la colaboración científica y medioambiental entre regiones tan diversas como Murcia, Baleares y Asturias. Este tipo de acciones conjuntas entre administraciones, centros de conservación y entidades científicas son esenciales para reforzar la población mediterránea de tortuga boba, cuyo estado global según criterios de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) es «En peligro«.
En España se encontró el primer nido de tortuga boba en 2001 en Vera (Almería), y desde entonces las puestas se han hecho más frecuentes en el levante y las islas Baleares. Este fenómeno podría estar relacionado con el aumento de la temperatura del mar y la implementación de medidas de protección de la especie, aunque aún sería pronto para hablar de causas concretas que expliquen este fenómeno.
CRAMA Bioparc: primer centro de rescate marino de Asturias
Por su parte, el CRAMA Bioparc es el primer centro de rescate y rehabilitación de fauna marina del Principado de Asturias. Además de recuperar animales heridos o enfermos, desarrolla programas de conservación, educación ambiental y apoyo a la investigación científica. Su participación en este proyecto refuerza su compromiso con la protección de los ecosistemas marinos y la recuperación de la biodiversidad.
Cada una de estas veinte pequeñas tortugas lleva consigo la esperanza de una especie que lucha por sobrevivir en un Mediterráneo cada vez más presionado por la actividad humana. Cuando en junio de 2026 regresen al mar, lo harán con las mayores garantías de supervivencia que la ciencia y la colaboración interregional pueden ofrecer. Su historia es, en definitiva, la historia de un compromiso colectivo por preservar la riqueza natural de nuestros mares.