La UPC desarrolla un material que mejora el confort térmico en edificios, permite reducir el CO2 de la atmósfera y recuperar el agua de lluvia
El Grupo de Tecnología de Estructuras de la Universidad Politécnica de Barcelona (UPC) ha desarrollado un tipo de hormigón biológico, con capacidad para que crezcan organismos pigmentados de manera natural y acelerada. El material, que está ideado para fachadas de edificios u otras construcciones en climas mediterráneos, ofrece ventajas medioambientales, térmicas y ornamentales respecto a otras soluciones de construcción similares.
La innovación de este hormigón (multicapa vertical) es que se comporta como un soporte biológico natural para el crecimiento y desarrollo de determinados organismos biológicos, concretamente ciertas familias de microalgas, hongos, líquenes y musgos.
El nuevo material, que tiene aplicaciones diversas, ofrece ventajas de tipos medioambientales, térmicos y estéticos, según el equipo investigador, de la Escuela de Caminos, encabezado por Antonio Aguado y formado también por Ignacio Segura y Sandra Manso. Desde el punto de vista medioambiental, permite absorber y, por lo tanto, reducir el CO2 de la atmósfera, gracias al recubrimiento biológico.
A la vez, tiene capacidad para captar la radiación solar, lo cual permite regular la conductividad térmica en el interior de los edificios en función de la temperatura lograda. El hormigón biológico funciona no sólo como material aislante y regulador térmico, sino también como alternativa ornamental, de forma que sirve para decorar la fachada de edificios o la superficie de construcciones con diferentes acabados y tonalidades cromáticas; está pensado para colonizar áreas determinadas, sin necesidad de cubrir toda una misma superficie, y con variedad de colores. La idea es crear una pátina de materia como cobertura biológica o pintura “viva”.
Por otro lado, también ofrece la posibilidad de usos en zonas ajardinadas, como elemento decorativo y de integración paisajística y sostenible de elementos constructivos, para conseguir una mayor integración de estos con el entorno. Otra de las utilidades es favorecer la retención y dirigir la expulsión de la humedad. Puesto que este desarrollo tiene capacidad para captar y almacenar el agua de la lluvia, esta elemento facilita el desarrollo de los organismos biológicos.
El recubrimiento permitirá la entrada del agua de la lluvia y evitará su pérdida y de este modo se redirigirá la salida del agua allá donde interesa obtener crecimiento biológico.
Los investigadores estudian el nuevo tipo de hormigón biológico a partir de dos materiales a base de cemento. El primero de ellos es el hormigón convencional carbonatado (basado en cemento Portland), con el cual obtienen un material de un pH del entorno de 8. El segundo material está fabricado con un cemento de fosfato de magnesio (MPC, del inglés Magnesium-Phosphate Cement), conglomerante hidráulico que no requiere ningún tratamiento para reducir el pH, puesto que este es ligeramente ácido.
El cemento de fosfato de magnesio se ha utilizado anteriormente como material de reparación por su propiedad de rápido fraguado. Además, también se ha empleado como biocemento en el ámbito de la medicina y la odontología, lo cual indica que no tiene un impacto medioambiental adicional.