La situación del lobo ibérico en España ha alcanzado un punto crítico que demanda una respuesta inmediata y coordinada de todas las administraciones. Los datos científicos más recientes revelan una realidad preocupante: sólo 333 manadas sobreviven cuando necesitamos 500. 100 ejemplares han sido condenados a muerte en un año y enfrenta amenazas crecientes que comprometen su supervivencia a largo plazo.
El último censo nacional 2021-2024, elaborado por las comunidades autónomas y coordinado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), ha confirmado la existencia de apenas 333 manadas de lobo ibérico en territorio español. Sin 167 manadas más, el lobo ibérico desaparecerá según el consenso científico.
La situación se agrava por factores adicionales que comprometen la salud poblacional del lobo:
- Baja variabilidad genética: Los lobos ibéricos presentan la menor diversidad genética de todas las poblaciones europeas, lo que los hace más vulnerables a enfermedades y reduce su capacidad de adaptación.
- Furtivismo persistente: La caza ilegal continúa siendo una amenaza significativa sin respuesta eficaz por parte de las autoridades.
- Fragmentación del hábitat: El desarrollo urbano y las infraestructuras limitan los corredores naturales necesarios para la especie.

Retroceso en la protección: un escenario alarmante
El panorama ha empeorado considerablemente en los últimos meses debido a decisiones políticas que han revertido décadas de avances en conservación. La exclusión del lobo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE) ha abierto la puerta a:
- Planes de caza regionales: Asturias y Cantabria han autorizado la eliminación de un centenar de lobos en un año, con 21 ejemplares ya abatidos en Cantabria.
- Comercialización de la caza: La Rioja ha establecido un precio de tan solo 1.298,67 euros por cazar un lobo, convirtiendo a esta especie protegida en un mero trofeo comercial.
- Pérdida de financiación: Se han suspendido los 20 millones de euros anuales que el Gobierno central destinaba a las comunidades autónomas para programas de coexistencia.

El valor ecológico y social del lobo ibérico
Más allá de su valor intrínseco como especie única, el lobo ibérico desempeña funciones eco sistémicas fundamentales que benefician tanto al medio ambiente como a la sociedad:
- Control de poblaciones de ungulados: Regula naturalmente las poblaciones de ciervos, corzos y jabalíes, evitando su sobreabundancia.
- Prevención de enfermedades: Elimina animales enfermos y carroñas, reduciendo el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas al ganado.
- Protección de cultivos: Controla herbívoros que causan daños significativos a la agricultura.
- Mantenimiento del equilibrio ecosistémico: Su papel como depredador apical es crucial para la salud de los ecosistemas.
- Reducción de daños agrícolas causados por herbívoros descontrolados.
- Menor riesgo sanitario para el sector ganadero.
- Potencial turístico y educativo en zonas rurales.
La experiencia internacional y nacional demuestra que la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva no sólo es posible, sino beneficiosa para ambas partes.

Una llamada urgente para proteger al lobo ibérico
La comunidad científica, representada por más de cien investigadores de prestigio reconocido, ha calificado el estado de conservación del lobo ibérico como «desfavorable». Este diagnóstico, basado en evidencia científica sólida, debe ser el punto de partida para cualquier política pública responsable.
Las medidas más urgentes y necesarias son:
- Restauración de la protección legal: Reincorporación inmediata al LESRPE.
- Prohibición total de la caza: Suspensión de todos los planes de caza regionales.
- Lucha contra el furtivismo: Refuerzo de la vigilancia y sanciones efectivas.
- Inversión en coexistencia: Restauración de los fondos para medidas preventivas.
- Conectividad del hábitat: Creación de corredores ecológicos seguros.
Una responsabilidad compartida
La conservación del lobo ibérico no es sólo una cuestión ambiental, sino un test de la madurez de nuestra sociedad y nuestro compromiso con las generaciones futuras. La especie ha coexistido con los habitantes de la Península Ibérica durante milenios y forma parte integral de nuestro patrimonio natural y cultural.
La decisión que tomemos hoy determinará si el aullido del lobo ibérico seguirá resonando en nuestros montes o se convertirá solo en un eco del pasado. La ciencia ha hablado, la sociedad ha mostrado su apoyo con más de 200.000 firmas recogidas. Ahora corresponde a los responsables políticos actuar con la responsabilidad que este momento histórico demanda.

El futuro del lobo ibérico está en nuestras manos. No podemos permitir que España se convierta en el país que perdió uno de sus tesoros naturales más emblemáticos por falta de voluntad política y visión a largo plazo.