Tras el SOS lanzado por colectivos locales y ciudadanía la ONG ha acudido a Caparroso para testimoniar el daño provocado de purines
Tras el SOS lanzado a Greenpeace por colectivos ecologistas de los pueblos navarros de Marcilla y Caparroso la ONG ha estado varios días en la zona documentando el impacto ambiental provocado por la macrogranja de Caparroso, propiedad de la empresa Valle de Odieta, S.C.L.
Allí ha podido testificar el grave impacto ambiental que los recientes vertidos masivos de purines están causando. La organización ha medido in situ los niveles de nitratos en el agua de la zona y la contaminación en varios puntos es alarmante.
Greenpeace ha apuntado que se trata de un modelo de ganadería que de por sí aporta mínimos beneficios a la zona y por el contrario afecta gravemente al entorno y a los recursos naturales.
Pero que además está en manos de una empresa que muestra recurrentes malas prácticas, acumula ya más de diez procedimientos sancionadores por infracciones medioambientales y continúa con estos vertidos perpetrando otro atentado ambiental más.
Analíticas para determinar la calidad del agua
Por este motivo, Greenpeace insta al Gobierno de Navarra a que paralice de inmediato esta macro explotación ganadera.
Además, exige también que tanto el Gobierno de Navarra como la Confederación Hidrográfica del Ebro hagan pertinentes analíticas para determinar la calidad del agua en las inmediaciones de la macrogranja.
Debido a que la estación oficial de control de Marcilla no mide nitratos y la de Funes, que sí mide nitratos, está muy alejada del foco de contaminación, y que corrobore los alarmantes niveles de contaminación por nitratos que ha detectado Greenpeace (VER MAPA).
Un ecocidio por parte de Valle de Odieta
“Estamos ante un ecocidio. El desprecio por el medio ambiente por parte de Valle de Odieta es indignante” ha afirmado Luís Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España.
“Es incomprensible que con los antecedentes de incumplimientos ambientales que la empresa acumula se le permita seguir funcionando».
» Su currículum de delitos ambientales debería ser más que suficiente como para cerrarle todas las puertas”.
Barrancos llenos de estiércol
Greenpeace ha podido observar cómo la empresa está utilizando los campos agrícolas cercanos a la macrogranja como un vertedero para los residuos de la explotación.
Esto está provocando importantes escorrentías de purines que llegan a generar auténticas cascadas por los barrancos de la zona llegando en algún caso directamente al río Aragón y afectando Zonas de Protección Especial (ZEC).
En concreto al ZEC de los Tramos Bajos del río Aragón, hábitat de especies en peligro de extinción como el visón europeo y el galápago europeo, y en la que se ha invertido grandes cantidades de dinero público para protegerla.
Los excrementos de los animales pueden convertirse en un veneno
Los excrementos de los animales son muy ricos en nitratos y cuando son producidos en ingentes cantidades, tal como se producen en la ganadería industrial, y vertidos sin control en los terrenos pueden convertirse en un veneno para suelos, aguas e incluso afectar a muchos seres vivos, las personas incluídas.
El problema en España es ya tan grave que la Comisión Europea ha abierto un procedimiento de infracción y ha enviado un dictamen motivado al Gobierno español.
Un error cinco veces más grande
La empresa Valle de Odieta ha presentado un proyecto para crear otra macrogranja en Noviercas, Castilla y León, que de aprobarse sería casi cinco veces más grande que la de Caparroso.
“Valle de Odieta se llena la boca para decir que su proyecto para Noviercas es de interés general, pero en Caparroso sus malas prácticas están contaminado un bien esencial y común como es el agua».
«Lo único que tienen en mente es producir más, más rápido y al más bajo coste“, ha concluido Ferreirim.
La ONG medioambiental ha apuntado que España debe afrontar ya los problemas ambientales, de salud pública y sociales que está generando la ganadería industrial.
Proceso de reducción de la cabaña ganadera
El primer paso es que no se sigan autorizando nuevos proyectos ni la ampliación de los existentes, como es el caso de Noviercas y Caparroso respectivamente.
En paralelo debe empezar un proceso de reducción de la cabaña ganadera en intensivo para:
- Afrontar la emergencia climática
- Preservar el agua, cumplir la Directiva de Nitratos y la de Aguas
- Cumplir el umbral permitido de emisiones de amoniaco
- Reducir el riesgo de resistencia a antibióticos
- Garantizar el bienestar animal
- Consolidar la ganadería ecológica y extensiva
- Fomentar dietas más sanas y sostenibles, con menos alimentos de origen animal y más de origen vegetal
Por último Greenpeace ha pedido el fin de la ganadería industrial por ser una amenaza para el medio ambiente y para un mundo rural vivo y ha lanzado una petición de firmas para que la ciudadanía alce su voz contra las macrogranjas y en particular contra la de Noviercas, pues estamos a tiempo de pararla.
El Mundo Ecológico / Greenpeace