Viajamos al interior sostenible de un data center que convive con Madrid

El interior del data center de Nlighten

Hay edificios que parecen invisibles. Fachadas anodinas, calles tranquilas, vecinos que tienden la ropa sin saber que, literalmente frente a sus ventanas, millones de datos viajan a velocidades imposibles de imaginar. Desde El Mundo Ecológico hemos tenido la suerte de atravesar una de esas puertas que el resto de la ciudad ignora: la del data center urbano de Nlighten en el distrito de Fuencarral-El Pardo.

Una vez dentro de este centro de datos que Madrid no ve, pero necesita, descubrí cosas que me han hecho replantearme todo lo que creía saber sobre la infraestructura digital.

El edificio que no hace ruido (y no puede hacerlo)

Antonio González, director de operaciones de Nlighten España, me recibe con una sonrisa y una advertencia: «Vas a sorprenderte de lo silencioso que es esto«. Tiene razón. Entramos a las salas técnicas y el sonido, si bien existe, no tiene nada que ver con aquellas visitas a data centers hace años, cuando el rugido de los sistemas de refrigeración te obligaba a elevar la voz hasta casi perderla.

Antonio González, director de operaciones de Nlighten España en el interior del data center
Antonio González, director de operaciones de Nlighten España, en el interior del data center

Pero aquí el silencio no es casualidad: es obligación. «Estamos a 20 metros de la ventana del comedor de un vecino«, explica Antonio señalando hacia una de las paredes exteriores. «No podemos hacer una prueba de arranque de un grupo electrógeno a las 2 de la mañana, como lo hace cualquier data center. Nosotros lo tenemos que hacer en las horas permitidas«.

Todo está auditado según el Plan General de Ordenación Urbana de la Comunidad de Madrid. Los mantenimientos, los horarios, hasta la iluminación exterior se desactiva automáticamente para no molestar. «Luego vais a ver en la cubierta las barreras de insonorización que tenemos instaladas«, añade. Porque operar en un núcleo urbano tiene sus reglas, y Nlighten las cumple todas.

En este data center el agua circula y el calor no se pierde

Antonio señala dos grandes sistemas de tuberías: «Hay dos circuitos cerrados hidráulicos, un anillo A y un anillo B, que vienen de dos sistemas independientes. Es un circuito cerrado por el que el agua baja enfriada hasta este sistema, como si fuera un intercambiador”.

Refrigeración hidráulica © Leonor Rodríguez

Explica que coge el calor de dentro de los servidores, lo pasa por las placas, lo refrigera y lo entrega. Después el agua caliente regresa arriba a los sistemas, que además son redundados. «Si perdemos este, el otro sigue levantado. Está calculado para que cada uno sea capaz de soportar la carga«.

Y aquí viene lo importante: “No cogemos agua, no echamos agua, no rociamos agua, no desperdiciamos agua. Si hay una fuga, mejor nos vamos todos de aquí directamente porque tendríamos un problema muy grande. Es un anillo cerrado”.

La importancia del ahorro energético en un data center

Caminamos entre los racks y Antonio me comenta algo que me sorprende: «La temperatura aquí ronda los 26 grados. Antes se trabajaba a 23 grados, pero hemos evolucionado«.

Ese cambio de tres grados representa un ahorro energético significativo sin comprometer la seguridad de los equipos. Pero no todo es tan sencillo. «Hay que educar mucho a los clientes para que no sobrecarguen los sistemas. Ventas no pensaría lo mismo«, me dice con una sonrisa cómplice, «pero hay que cuidar a los clientes y mantener los equipos«. Es un equilibrio constante entre eficiencia, sostenibilidad y las necesidades reales de los clientes.

Cooling System del data center de Nlighten © Leonor Rodríguez

Le pregunto por el calor residual. «Ahora mismo lo estamos recirculando y enfriando. Pero piensa que si nosotros entregamos el calor a una red externa, ese calor nos lo están restando también a nosotros. Cuando regresa a nuestro sistema, nuestras máquinas se esfuerzan menos en conseguir la temperatura. Y lo que queremos es que funcione como la caldera de tu casa, te enviamos el agua más caliente, y a cambio tú nos la devuelves más fría. Aún falta esa infraestructura a nivel regional y estatal, las administraciones deben que trabajar en ese sentido”.

Nos cuenta que el edificio está preparado técnicamente para ello. El sistema existe. Sólo falta que Madrid decida aprovechar ese calor sobrante para calentar viviendas, edificios públicos o instalaciones cercanas. En Alemania ya lo hacen: alimentan una piscina pública con el calor de un data center de Nlighten.

La hora exacta de la sostenibilidad

Pero el verdadero salto cualitativo está en cómo mide Nlighten su huella de carbono. No hablamos de promedios anuales o cálculos genéricos. Nlighten trabaja con un instituto italiano que calcula su impacto ambiental hora por hora. Cada sesenta minutos, el sistema verifica cuánta energía renovable están consumiendo realmente, cuánto calor están recuperando y cuál es su contribución neta al sistema eléctrico.

Este nivel de transparencia les ha permitido alcanzar una puntuación ICFEn del 90,78% en Madrid, muy por encima de la media regional de red (78,02%). No es marketing: es medición científica.

Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), los centros de datos representan aproximadamente el 1-1,5% del consumo eléctrico mundial, una cifra que podría crecer hasta el 3-4% para 2030 si no se implementan medidas de eficiencia como las que aplica Nlighten.

Además, en España tienen un seguro con Shell y compran certificados energéticos de renovables, pero no se quedan ahí: mueven esos certificados por hora para que el impacto sea real, no una compensación anual abstracta. Es sostenibilidad de verdad, no papel pintado de verde.

El 10 de diciembre entrará en vigor una nueva regulación europea sobre consumo eléctrico en data centers, algo que en la compañía ven con muy buenos ojos: «Está en línea con la descarbonización y va a obligar al sector a ser más transparente. Se va a ver de verdad cómo de buenos somos todos, porque es fundamental que se nos mida igual”.

Residuos con trazabilidad total

Además, cuando los equipos llegan al final de su vida útil, Nlighten gestiona los RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) con total trazabilidad a través de gestores certificados, incluyendo el proceso de scrapping adecuado. Nada se tira sin control.

39 clientes y la promesa de crecer sin molestar

Actualmente, Nlighten Madrid da servicio a 39 clientes corporativos (originalmente 38 cuando tomé mis notas durante la visita, pero parecen haber sumado uno más recientemente). Muchos son bancos que procesan millones de transacciones cada segundo. Otros son empresas tecnológicas, plataformas de contenido o compañías que necesitan latencias ultra bajas.

La capacidad actual es de medio rack por cliente, pero el plan es ambicioso: para 2026 duplicarán su potencia hasta alcanzar los 4 megavatios (MW). Eso significa el doble de clientes, el doble de transacciones, el doble de datos… pero sin comprometer la eficiencia ni molestar a los vecinos.

«Es fundamental no reservar megavatios que no vas a usar. Hay que ajustar la demanda a tus necesidades reales«, añade.

¿Por qué un data center en la ciudad?

¿Por qué están aquí y no en un polígono del extrarradio? Por la proximidad al usuario final. Como explica Antonio: «La cercanía al dato y al usuario nos da ventaja de velocidad. Cuando ocurrió el apagón de Madrid aquí funcionábamos perfectamente. Estar cerca del Hospital Ramón y Cajal nos da también estabilidad eléctrica«.

Subir a la azotea y entender el reto

Antes de despedirnos, Antonio nos invita a subir a la cubierta. Quiere que veamos las barreras de insonorización que han instalado. Subimos las escaleras y al llegar arriba me encuentro con paneles especiales diseñados para absorber el sonido de los sistemas de ventilación.

«¿Ves?», me dice señalando hacia los edificios residenciales cercanos. «Una cosa es que estaría muy bien entregarle el calor al vecino, y otra cosa es que eso no le valga si no le dejamos dormir. Todo tiene que estar en equilibrio”.

Desde aquí arriba entiendo mejor el desafío. No es sólo instalar tecnología punta. Es hacerlo sin que nadie note que estás ahí. Es operar 24/7 en medio de la ciudad sin alterar la vida de quienes viven a tu alrededor.

El cuello de botella está en el papeleo

Si hay algo que preocupa al sector no es la tecnología, sino la burocracia. Aunque Madrid no es de las ciudades más complicadas para conseguir permisos, los trámites para ampliar potencia o conectar nuevos edificios siguen siendo largos.

Por eso Nlighten prefiere trabajar sobre edificios ya construidos (brownfields): evita años de gestiones para permisos de obra nueva.

Una red europea de data center con ADN español

Nlighten no es una isla. Forma parte de una red de 34 centros de datos edge distribuidos por Europa: Alemania, Francia, Reino Unido, Suiza, Países Bajos, Bélgica y España. Su plataforma nConnect interconecta todos estos nodos con un backbone propio que ofrece servicios avanzados como fibra oscura para clientes con demandas muy específicas.

De momento, sólo operan en Europa y no tienen planes de cruzar el Atlántico. En España, Madrid es su única ubicación por ahora, aunque tanto Antonio como Francesco Marasco, vicepresidente de Energía y Sostenibilidad quien también participó en la visita, dejaron claro que no descartan ampliar su presencia en Madrid y valoran Barcelona como próximo destino.

Francesco Marasco, vicepresidente de Energía y Sostenibilidad de Nlighten © Leonor Rodríguez

«Queremos más«, dijo Francesco con una sonrisa. «No tenemos nada aún, pero si hay demanda, iremos a por más edificios«.

Según el informe Data Centre Market in Spain de Mordor Intelligence, el mercado español de centros de datos está creciendo a una tasa anual compuesta del 6-8%, impulsado por la transformación digital y la creciente demanda de servicios en la nube. Madrid concentra más del 60% de esta capacidad.

Tecnología con alma

Edificio de Nlighten en Madrid

Termino la visita con una sensación extraña. He estado rodeada de cables, servidores, luces LED parpadeantes y sistemas de refrigeración inteligentes. He visto cómo el agua circula en anillos cerrados, cómo el calor se recupera, cómo se mide la huella de carbono hora a hora.

Pero lo que me llevo no es una lista de especificaciones técnicas. Me llevo la certeza de que lo digital también es físico. Que cada vez que abro una app, cada vez que hago una videollamada o pago con el móvil, hay un edificio como éste trabajando en silencio para que todo funcione. Y que ese edificio consume energía, genera calor y tiene vecinos.

Nlighten ha entendido algo fundamental: la infraestructura del futuro no puede ser invisible para el planeta. Puede serlo para los vecinos (de hecho, debe serlo para no molestar), pero no puede ignorar su impacto ambiental.

Cuando Antonio me acompañó a la salida, le pregunté qué le gustaría que la gente supiera sobre este lugar. Su respuesta fue clara: «Que estamos aquí para quedarnos. Que queremos ser parte activa de la ciudad, no sólo consumidores de recursos. Y que el futuro digital puede —y debe— ser sostenible«.

Salgo a la calle. Los vecinos siguen tendiendo la ropa. El tráfico fluye. Madrid sigue siendo Madrid. Pero ahora sé que justo detrás de esa fachada anodina, a 20 metros de la ventana del comedor de alguien, el futuro está sucediendo en silencio.

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