España atraviesa una de las crisis de incendios forestales más graves con 30 incendios activos, que han provocado tres víctimas mortales y numerosos heridos. Ya han sido devoradas 105.106 hectáreas en lo que va de 2025, el doble que el año pasado. La situación es especialmente crítica en Galicia, donde el fuego ha arrasado al menos 22.000 hectáreas y se ha extendido a Zamora.
Los datos oficiales del EFFIS (Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales) revelan la gravedad de la situación: en el transcurso de este año, España ya ha sufrido 201 incendios, siendo el segundo peor año en superficie calcinada de la última década. De esos, 28 han sido grandes incendios forestales, aquellos que arrasan más de 500 hectáreas —un área comparable a 700 campos de fútbol.
Naturaleza devastada
Los incendios forestales representan una de las mayores amenazas para nuestros ecosistemas. Más allá de la destrucción inmediata de la vegetación y la fauna, estos siniestros tienen consecuencias duraderas que perduran durante décadas. La pérdida de biodiversidad es irreversible en muchos casos, especialmente en ecosistemas únicos y especies endémicas que no pueden regenerarse naturalmente.
El daño al suelo es particularmente grave: la combustión destruye la materia orgánica esencial y altera las propiedades físicas y químicas del terreno, aumentando exponencialmente el riesgo de erosión.

Además, los incendios forestales emiten toneladas de CO2, contribuyendo significativamente al cambio climático.
La prevención, nuestra mejor aliada contra los incendios
Con el 56% de su superficie cubierta por bosques, España debe priorizar la prevención. Si bien se cumplen 50 años de acciones preventivas contra los incendios forestales en España, la experiencia acumulada demuestra que la educación y concienciación ciudadana son fundamentales, ya gran parte de los incendios forestales se podrían evitar.
Una de las estrategias preventivas más eficaces y sostenibles es el uso del pastoreo controlado ya que crea cortafuegos naturales. Por ello es necesario apostar por sistemas silvopastoriles, una práctica agroforestal que combina la producción de árboles, pastos y ganado en la misma área, buscando integrar la agricultura y la ganadería de manera sostenible. Esto permite mantener la biodiversidad, preserva los ecosistemas tradicionales y ofrece una alternativa económica sostenible para las comunidades rurales.
De hecho, esta técnica ya ha obtenido grandes resultados: en Cataluña, un rebaño de 300 cabras está siendo utilizado como solución natural para prevenir incendios forestales mediante la limpieza de vegetación inflamable. Gracias a ello, la región registró menos incendios el año pasado, a pesar de haber sido uno de sus años más secos.
Proteger a quien nos protege
La crisis actual ha puesto de relieve la necesidad urgente de reforzar la protección y el apoyo a los profesionales que arriesgan sus vidas defendiendo nuestros bosques. Cada año la temporada de incendios se prolonga y la virulencia de estos es mayor debido a la emergencia climática. Por ello es necesario estar preparados los 365 días del año.
En este sentido, el gobierno aprobó el pasado noviembre dos leyes que mejoran la seguridad laboral de bomberos forestales y agentes forestales medioambientales. Esta regulación busca establecer el marco jurídico básico de bomberos forestales y agentes forestales y medioambientales y asegurar unas condiciones laborales y profesionales equivalentes en todo el país.
Sin embargo, las recientes declaraciones de los profesionales del sector evidencian que aún queda mucho trabajo por hacer. Los agentes medioambientales critican la «falta de gestión forestal, la desprofesionalización del operativo y la mala organización de los recursos económicos«. Reclaman inversiones reales en formación, equipamiento de última generación, condiciones laborales dignas y apoyo psicológico para enfrentar las secuelas de una profesión que cada día se vuelve más peligrosa debido al cambio climático.
El papel de la ciudadanía contra los incendios
La crisis actual subraya también la importancia de la prevención de incendios forestales desde la acción individual. Cada ciudadano puede, y debe, contribuir adoptando comportamientos responsables en el medio natural: evitando hacer fuego en áreas de riesgo, manteniendo los vehículos en buen estado para prevenir chispas, no arrojando colillas ni cristales o respetando las prohibiciones durante los períodos de alto riesgo.
Para ello, la educación ambiental debe intensificarse, ya que la recuperación de un ecosistema tras un incendio puede necesitas décadas, o incluso siglos.
Cambiando el rumbo
Los expertos piden replantear las estrategias de gestión forestal. , pasando de una extinción reactiva a una gestión proactiva que priorice la prevención, la gestión sostenible y la adaptación al cambio climático. Lo que España vive ahora debe servir como catalizador para un cambio de paradigma hacia la corresponsabilidad social.
El momento de actuar es ahora. Cada acción preventiva y cada inversión en educación ambiental son pasos hacia la conservación de nuestro patrimonio natural y el futuro común.