Agua y crisis económica

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Se ha hecho público el último informe sobre el “Perfil Ambiental de España” en 2012. 

Se trata de una publicación sencilla que elabora desde hace años el Ministerio de Medio Ambiente, pero que aporta algunos datos muy significativos. Nada que ver, sin embargo, con el magnífico Atlas ambiental que nos regalaba cada año el Observatorio Español de la Sostenibilidad (OSE) desaparecido por el efecto de unos mal entendidos recortes.

En el apartado dedicado al análisis del agua en España, se incluye un dato muy significativo: la cantidad de agua distribuida en la red pública de abastecimiento registró un descenso muy notable entre 2004, año de boom inmobiliario, y el año 2010, año de crisis. De 4.042 a 3.400 hectómetros cúbicos. Algo más de 600 hectómetros cúbicos de agua se han dejado de distribuir en las ciudades y pueblos de nuestro país. Si añadimos nueve ceros a esta cifra nos haremos una idea de los millones y millones de litros de agua que suponen.

La crisis económica ha traído también este efecto. Hemos ahorrado en el consumo de agua. Las causas son múltiples: llevamos unos años, desde 2008, que apenas se construyen casas; la actividad inmobiliaria se ha frenado casi en seco. Se ha reducido de forma radical la llegada de inmigrantes laborales e, incluso, se ha activado el proceso contrario. El resultado es que hemos perdido población total, por tanto se ha reducido la demanda potencial de agua potable. Y, por último, las campañas de ahorro de agua y las mejoras en infraestructuras de distribución que se han llevado a cabo en numerosos núcleos de población ha permitido disminuir las pérdidas en red y, en definitiva, ahorrar en el consumo global de agua en las ciudades.

El anuario no incluye un dato que sería enormemente significativo y al que nos obliga la Directiva europea 91/271: el volumen de agua depurada en España y la cantidad de esta agua que se haya podido reutilizar estos años para aminorar el gasto de agua en usos urbanos. Tampoco se relaciona el volumen de agua desalada que se emplea en abastecimiento de varias ciudades de nuestro país. Se trata de dos fuentes de agua “alternativas” cuyo protagonismo ha venido creciendo en la última década, permitiendo reducir la presión sobre los recursos “tradicionales” (aguas superficiales y subterráneas). Este ha sido otro efecto de la crisis económica en materia de agua: se ha diversificado las fuentes de abastecimiento de agua. Y a lo mejor la escasez de recursos de algunas regiones españolas ya no sólo cabe sufragarla con trasferencias de agua entre cuentas. Puede haber otras opciones.

Todo ello obliga a la elaboración de un nuevo Plan Hidrológico. El que tenemos ya no sirve para afrontar los cambios sociales, económicos y ambientales (cambio climático) que se experimentarán en las próximas décadas. ¿Serán capaces nuestros políticos de llevarlo a cabo, pensando sólo en el bien de los ciudadano y de los territorios, por encima de ideologías?. Confiemos que esta tarea esté en la agenda de propósitos del nuevo año que ahora comienza. 

 

Jorge Olcina

Catedrático de Análisis Geográfico Regional

Universidad de Alicante