Malos tiempos para el medioambiente en Europa

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La Unión Europea está pasando un momento complicado, en lo político, en lo económico y en lo medioambiental. La situación política y económica es bien conocida por cualquiera que de vez en cuando ponga el telediario o lea las primeras páginas de los periódicos, y es bastante aterradora la verdad. Lo que no se conoce tanto es cómo están las cosas en el ámbito del medio ambiente, en un bloque de países que han sido, y quiere continuar siendo, líder en materia medioambiental.

A finales de2008, en tiempos de vacas gordas, la Unión Europea aprobó un ambicioso paquete legislativo de medidas para hacer frente al cambio climático, fomentar las energías renovables y aumentar la eficiencia energética. Es el Paquete de Energía y Cambio Climático, que cuenta con una serie de objetivos conocidos como los objetivos 20-20-20; reducción las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% en 2020 (respecto a los niveles de 1990), mejora de la eficiencia energética en un 20% en 2020 y un 20% del consumo energético europeo deberá provenir de fuentes renovables en 2020 también. En aquel entonces, la Unión Europea era la única región del mundo con legislación puesta en marcha para hacer frente al cambio climático.

Unos años después se dio un paso más y se aprobó la inclusión de la aviación dentro del sistema europeo de comercio de derechos de emisión (EU ETS). La Unión Europea agrupaba a un bloque de países que en principio compartía objetivos y prioridades comunes, y que había apostado por hacer de la lucha contra el cambio climático una de sus banderas. No sólo por cuestiones medioambientales, vamos a ser honestos, sino como propia apuesta por el desarrollo interno, ya que había un claro convencimiento de que la lucha contra el cambio climático, la apuesta por las renovables y la adopción de objetivos claros a medio plazo iban a suponer señales claras, también para el sector privado, de nuevas avenidas de desarrollo con las que crear nichos de negocio y ventajas competitivas frente a terceros.

Pero he aquí que llegó la crisis, y con ella una fuerte ola de proteccionismo. La normativa para la inclusión de la aviación en el EU ETS entró en vigor en enero de este año. A partir del 1 de enero de este año todos los aviones que despeguen o aterricen en suelo europeo deben pagar por sus derechos de emisión. Esta medida ha generado una dura guerra comercial en la que la UE se encuentra sola frente a un gran número de países, algunos de ellos importantes potencias comerciales, como China, India o Estados Unidos. La industria tampoco está demasiado contenta ya que está viendo cómo las represalias de algunos gobiernos, como el chino que ha cancelado varios pedidos de Airbus, está afectando a sus negocios.

Además, el impacto de la crisis en las economías europeas ha hecho que la firme apuesta que hicieron en 2008 ya no sea tan apetecible, y están apareciendo grietas internas que cuestionan la necesidad de mantener el compromiso adoptado.

En este contexto han surgido posiciones duras de algunos países, en especial la de Polonia, que por segunda vez ha bloqueado el resultado de un Consejo de Ministros de Medioambiente europeo. La primera fue en la primera mitad del año pasado cuando ya rechazó avanzar sobre una comunicación de la Comisión en la que se identifican las sendas necesarias para alcanzar en 2050 el objetivo, al que se ha comprometido la UE, de reducir sus emisiones entre un 80-95% en 2050 (respecto a los niveles de 1990), y en el último Consejo de Medioambiente europeo, en marzo de este año, lo han vuelto a hacer argumentando la dependencia de su economía del carbón (Varsovia sostiene que su electricidad procede en más de un 90% del carbón). Según ellos, esta dependencia hace muy difícil que, en estos tiempos de vacas flacas, su economía pueda adaptarse a una transición hacia una economía verde y mucho menos, ven ninguna posibilidad de aprovechar el potencial de esa transición hacia nuevos patrones de desarrollo.

Todo esto, en un entorno marcado por el miedo creciente a la situación económica, la pérdida de competitividad frente a terceros países y el creciente proteccionismo que se está instaurando en nuestras vidas, hace que la Unión Europea se encuentre en un momento complicado en materia medioambiental. Malos tiempos para el medio ambiente en Europa.