La que se avecina

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Antonio Quilis.-En esta época de apretarse el cinturón, creedme si os digo que el mío ya no tiene más agujeros, todos andamos con el tema de gastar menos, consumir menos.

Seguimos apostando por las mil maneras de ahorrar a diario, mensualmente, en las cosas que antes no nos preocupaban en absoluto. Con esta manía que nos ha entrado (sobre todo a los gobernantes) de ver por dónde recortamos en casa, para poder dejar la nariz por encima del nivel del agua y respirar, estamos apostando inconscientemente por el ahorro, por desperdiciar menos.

Aunque no sea el objeto de las líneas que ahora escribo, veo que en casa vamos consumiendo menos de todo, pero seguimos gastando más. ¿Consumo menos, pero gasto más? Me explico, en cristiano, consumimos menos gas y menos luz, pero las “clavadas” siguen siendo igual de abultadas, o más incluso, gracias a las subidas varias con las que nos premian los distintos administradores que “regulan” las tarifas… Creo que al final, la teoría de que consumamos menos para proteger el medio ambiente es correcta, pero que ellos, compañías, reguladores y distribuidores se las apañan para seguir ganando lo mismo, o sea que les dará lo mismo que nosotros ahorremos en consumo.

Después de esta humilde teoría, prosigo. La mayoría de nuestros hogares están insertados en una estructura muy curiosa denominada comunidad de propietarios. Es un grupo de consumo estable que está articulado a través de normas, presupuestos y acciones administradas por un señor (digo señor porque el mío lo es) que intenta ordenar las “cosas” que preocupan a los administrados. He de decir que nuestra comunidad es tranquila, nada que ver con la de el señor Cuesta o de la de Aquí no hay quien viva…

En la última y tediosa reunión de vecinos (bueno, todas son pesadas), nos enfrentamos al gasto eléctrico de la comunidad. La partida de consumo eléctrico se había disparado, por diversas cuestiones, pero principalmente por temas de tarifa y de descontrol de algunas cosas.

Soluciones del administrador. La primera, cambiar de compañía, para recibir un trato mejor, es decir, para entendernos, volver a la anterior para obtener un descuentillo. Cosa razonable pero que no nos sacaría del apuro del gasto anual presupuestado.

En estas que el señor administrador nos saca la propuesta de ahorrar por la vía del consumo efectivo en la iluminación de la comunidad. La simple solución pasa por cambiar el mayor número de bombillas convencionales por las de tecnología LED, para bajar drásticamente el consumo. Todos aplaudimos la idea, nos cruzamos unas cuantas miradas de satisfacción y de ¿cómo no se nos había ocurrido esta idea antes? Después del regocijo colectivo nos explica mejor la estrategia y nos entra el pequeño bajón… Sí, el consumo bajaría, pero el remplazo del parque de bombillas es un gasto más a añadir al presupuesto… un gasto considerable si pensamos en una comunidad de 60 vecinos más garaje. La inversión se amortizaría en un año de consumo. Bueno, decimos todos, haremos el esfuerzo, invertiremos, poco a poco, para reducir el consumo y por ende el gasto. Esperemos que merezca la pena pero, atentos, la que se avecina es gorda: la luz seguirá subiendo. La tendencia será el buscarse otras vías que nos independicen de la esclavitud de las compañías…

Antonio Quilis Sanz

@AntonioQuilis

Director de El Mundo Ecológico