El cuento del gas como energía sostenible

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Gas natural

Según Ecologistas en Acción el lobby europeo del gas marca la agenda energética y aleja a la UE del Acuerdo de París

De un tiempo a esta parte parece que se ha desatado un amor incondicional de los países avanzados por el gas. También vemos como cada vez oímos y se promueve más publicidad en los medios invocando las bonanzas medioambientales de este combustible procedente de las energías fósiles. De este modo, el gas se va presentando de una u otra manera como el gran remedio a las nocivas emisiones de CO2 y como una energía que genera cero emisiones. Este discurso de aparente bonanza ha activado las alertas de las organizaciones medio ambientales. No parece tan bueno ni tan limpio como no quieren hacer creer…

Pero, ¿qué hay detrás de todo este movimiento? Cualquiera puede observar cómo se están desarrollando las campañas para la compra de vehículos propulsados a gas, descuentos “verdes” por su adquisición en los concesionarios e incluso la ampliación de la red de repostaje de este combustible en las redes de las petroleras. En el último plan MOVALT del Ministerio de Energía español contará con 20 millones de euros para la concesión de ayudas a la adquisición de vehículos propulsados por Autogás (GLP), Gas Natural (GNC, GNL), entre otros.

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Un nuevo informe de Corporate Europe Observatory y Ecologistas en Acción, lanzado en España por la organización, pone de manifiesto que, sólo en 2016, la industria del gas invirtió más de 100 millones de euros en intentar influir a quienes toman las decisiones en la Unión Europea (UE).

Estos esfuerzos del lobby gasístico amenazan con atrapar a la UE en otros 40-50 años de dependencia de combustibles fósiles perjudiciales para el clima. Detrás de la promoción del gas como ‘combustible limpio’ hay palabras huecas y claros intereses privados.

En la antesala de la Conferencia sobre Cambio Climático de Naciones Unidas de este año en Bonn (COP 23), Corporate Europe Observatory y Ecologistas en Acción han publicado ‘Atrapados por el gas’, un informe que visibiliza la enorme capacidad de influencia del sector gasístico sobre la política energética europea y el riesgo que esto tiene de dinamitar las políticas climáticas. También arroja luz sobre el proceso de revisión de la UE de sus planes energéticos transfronterizos, también conocidos como ‘Proyectos de Interés Común’ (PIC).

100 millones de euros para hacer presión

El informe revela la asombrosa cantidad de dinero gastado por la industria del gas el año pasado en influir a quienes definen las políticas de la UE. Con una inversión de más de 100 millones de euros para hacer presión, las corporaciones gasísticas y sus grupos de interés contrataron a más de mil lobistas, así como a un ejército de consultoras de relaciones públicas. Una de las ocupaciones de estos grupos de presión ha sido promover el gas como combustible limpio, presentándolo como un puente para la transición hacia las renovables.

Entre las diez entidades con mayor gasto están algunas de las compañías más contaminantes del mundo, como ExxonMobil y Shell, con un gasto en lobby cada una de ellas de 4,75 millones de euros en el período de un año. El lobby del gas disfruta de una política de puertas abiertas en la Comisión Europea: en los últimos tres años han cerrado más de 460 reuniones de alto nivel con los máximos responsables de las políticas de clima y energía de la Unión Europea, el comisario Miguel Arias Cañete y el vicepresidente de Unión de la Energía Maroš Šefčovič.

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Un cuento que huele a gas

El informe destaca que hay una construcción del discurso para hacer creer que el gas es bueno. Según Ecologistas en Acción “la nueva narrativa identifica al gas como un combustible limpio, un aliado natural de las renovables y como el combustible clave que ofrece una transición a un mundo descarbonizado”.

Añaden que el gas no es un buen compañero para las energías renovables, es un claro competidor que cercena su crecimiento. Los científicos dejan claro que “debemos dejar al menos el 80 por ciento de los combustibles fósiles bajo tierra si queremos tener alguna oportunidad de luchar contra el catastrófico cambio climático, y esto incluye al gas”.

Para los redactores del informe apoyar esta fuente de energía es sostener un industria que no es limpia. En sus páginas se puede leer como “el gas de fracking es altamente contaminante, y de hecho el gas convencional también tiene potencialmente una huella de carbono mayor que la del petróleo o incluso que la del carbón. Esto se debe a las fugas de metano, un gas de efecto invernadero extremadamente potente”.

Dentro de este juego llama la atención el relato de cómo las empresas vinculadas al petróleo y a la electricidad usaron sus inversiones en renovables para introducirse en los grupos de presión de energía solar y eólica y tomar el control de consejos de administración.

Nuevos proyectos gasísticos controvertidos

“Atrapados por el gas” detalla cómo estos esfuerzos de lobby corporativo han llevado a la Comisión Europea y los gobiernos de los Estados miembros de la UE a promover la construcción de nuevos proyectos de infraestructuras de gas altamente controvertidos, incluyendo el Corredor de Gas del Sur desde Azerbaiyán, impulsado por compañías como BP y Fluxys, y el gasoducto franco-español MidCat, promovido por la compañía gasística española Enagás con la ayuda del comisario Arias Cañete.

La capacidad de ataque de la industria del gas sobrepasa de largo la de los grupos de interés público como las ONGs, que hacen lobby en contra de las nuevas infraestructuras. Estas apenas manejaron un presupuesto igual a un discreto tres por ciento del importe gastado por la industria en promoción, contrataron a la décima parte de personas y mantuvieron solo una novena parte de las reuniones que mantuvo la industria con los altos funcionarios de clima y energía de la comisión.

Como resultado de la intensa actividad del lobby gasístico, la Comisión Europea ha asumido como cierto el falso argumento de que su combustible es un complemento “limpio” a las renovables y sobre esa base está planificando una nueva generación de gasoductos y otras infraestructuras de gas como nuevas terminales de regasificación.

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Más dependencia energética

España es el cuarto país del mundo en capacidad de regasificación, con el 35 % del potencial de regasificación de la UE. Dado que, fruto de una nefasta planificación, las regasificadoras españolas nunca han funcionado a más del 40 % de su capacidad, ahora empresas como Enagás se suman a esta apuesta por nuevos gasoductos y redoblan la presión sobre las instituciones europeas para que aprueben proyectos como MidCat o la tercera interconexión con Portugal, para así poder dar salida a tanta capacidad e intentar rentabilizar las infraestructuras, al margen del coste que esto tenga para el interés publico y el calentamiento global.

Europa no necesita más gas

Con estos proyectos, las UE incumplirá sus propios compromisos, adoptados en el Acuerdo de París, y provocará un bloqueo de otros 40-50 años de dependencia de unos combustibles fósiles que impedirán frenar el cambio climático. Si la UE quiere tomarse en serio la acción contra el cambio climático, debe mantener a la industria del gas tan lejos como sea posible de los procesos de definición de políticas tanto en Naciones Unidas, en Bruselas o en los Estados miembro de la UE.

Según la modelización de la propia UE, Europa ya tiene suficiente capacidad para cubrir la demanda de gas hasta 2040 sin construir nuevas infraestructuras. Más aún, la demanda de gas ha caído en casi un 13 por ciento desde 2010, en parte debido a las políticas de energías renovables y eficiencia energética. Según Ecologistas en Acción no necesitamos más proyectos de infraestructuras de gas, independientemente de cuantos mitos idee el lobby del gas.

Entrevista en Cadena SER

Como todos los lunes El Mundo Ecológico acerca las noticias de medio ambiente y sostenibilidad a la radio en el programa Hoy por hoy. En SER Madrid Norte y SER Madrid Sur hemos invitado a Samuel Martín-Sosa, responsable de Internacional de Ecologistas en Acción para hablar de cómo Europa está quedándose atrapada por el gas. 

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El Mundo Ecológico / Ecologistas en Acción