Inundaciones recurrentes

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¿Por qué siempre se producen inundaciones en el litoral mediterráneo en las temporadas estivales?

Es la pregunta que durante la temporada se plantea en buena parte de nuestro país. ¿Habrá “gota fría”? , ¿tendremos inundaciones? En los últimos días de agosto tuvo lugar una situación de tormentas en la mitad este peninsular y se desarrollaron anegamientos importantes en algunas ciudades de la fachada mediterránea; e incluso la pérdida de una vida humana en la localidad granadina de Iznalloz. “Todos los años lo mismo”, se suele oír los días de final de Verano en las regiones del mediterráneo español. Inundaciones recurrentes que originan graves destrozos en viviendas e infraestructuras. No en vano, el informe de riesgos naturales y tecnológicos en Europa situó a varias provincias españolas, casi todas del litoral mediterráneo,  entre las de mayor nivel de riesgo por inundaciones de los países de la Unión.

En este hecho confluyen dos factores: una elevada peligrosidad natural, es decir, la probabilidad alta de que se desarrollen episodios atmosféricos de rango extremo; y una muy elevada vulnerabilidad y exposición ante estos eventos extraordinarios, debido a la elevada ocupación del territorio, por la gran cantidad de población que allí reside y por la numerosas infraestructuras existentes, en esta fachada oriental de la península Ibérica.  Se dan, por tanto, los ingredientes necesarios para que se produzcan elevados daños económicos y pérdida de vidas humanas cuando las tormentas deciden descargar grandes cantidades de lluvia en estos territorios.

Estamos asistiendo además a un hecho singular. En España no se producen víctimas por procesos de inundación originados en nuestros grandes ríos (Ebro, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Duero, etc.). Los daños y las víctimas las originan las crecidas de ramblas, barrancos, torrentes o rieras, esto es, cursos fluviales menores pero de comportamiento torrencial que crecen de forma desproporcionada cuando llueve fuerte y arrastran todo lo que encuentran a su paso, incluso a las personas. El desastre del camping de Biescas, en agosto de 1996, es un buen ejemplo de ello. Y además, se pierde mucho dinero en las áreas urbanas porque no están preparadas para recibir fuertes lluvias en pocos minutos.

Se da la paradoja de que en España hemos invertido mucho dinero en acondicionar cauces fluviales y en construir presas de contención de avenidas, pero no hemos preparado nuestras ciudades para evitar anegamientos cuando se producen chaparrones intensos. Por eso, todos los años, a finales del verano y comienzos del otoño, tenemos inundaciones en uno y otro lugar del litoral mediterráneo. Inundaciones recurrentes debido a la mala planificación territorial y a la falta de adecuación de las ciudades al tipo de lluvias mediterráneas, intensas y cuantiosas.

La red de alcantarillado básica no está diseñada para asumir este tipo de precipitaciones. No existen, en casi ninguna ciudad del litoral mediterráneo, colectores para agua pluvial; ni depósitos pluviales capaces de almacenar las cantidades excesivas de agua torrencial. Son contados los casos de adecuada preparación de una ciudad a las lluvias mediterráneas con este tipo de infraestructura (Alicante, Barcelona) Y si a ello unimos que la planificación urbana ha sido bastante permisiva con la ocupación de espacios inundables por viviendas o infraestructuras y que, en muchos casos, se hace oídos sordos a las normativas del suelo y de ordenación del territorio existentes, la realidad es la que es. Y todos los años se repite, cual letanía recurrente, la inundación, los graves daños y la pérdida de vidas humanas.

Lo peor, además, puede estar por venir. Los modelos de cambio climático señalan un aumento de los extremos atmosféricos en la región mediterránea para las próximas décadas. Es decir, inundaciones más frecuentes, temporales más intensos, sequías más duraderas. En definitiva un incremento de la peligrosidad climática en esta parte del hemisferio norte. Y ello nos obliga a estar preparados, a ordenar el territorio de manera sensata y racional.

Jorge Olcina

Catedrático de Análisis Geográfico Regional

Universidad de Alicante