The North Pool o la piscina ártica

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El ártico se desvanece. Los anglosajones han rebautizado el Polo Norte, en un intento más de llamar la atención, en cuanto se obtuvieron las primeras imágenes de cómo este momento de cambio climático está transformando este hábitat.

The North Pool, cambiando la última palabra “Pole” (Polo) por “Pool” (piscina), hace sonreír un segundo nuestro interior por el ingenio del juego de palabras. Después, en el siguiente segundo nos entristecemos en cuanto concebimos en nuestra mente la imagen de la pérdida de masa helada trocándose en un lago de agua fresca. Todo esto provocado por nosotros, los que provocamos el aumento de temperaturas, según la gran mayoría de los científicos, incluso aquellos que antes defendían lo contrario.

Rebautizar así el área geográfica es un ejercicio sencillo, pero que arrastra muchas consecuencias. Todo este alarmante movimiento viene del último informe del 2012 que lanzó la NOAA donde se detalla que el deshielo ártico se está acelerando. El elenco de datos que se van describiendo deja un halo de pesimismo.  En septiembre de 2012 la región perdió 3,5 millones de kilómetros cuadrados de hielo, prácticamente un 40% de la superficie que presentaba en los años 70.

¿Qué se debe comunicar a los políticos, empresas y a la sociedad para que realmente el mensaje de alarma llegue? No me creo que hasta que nos quedemos realmente en una situación límite, en el punto de no retorno, nos demos cuenta de la salvajada que estamos cometiendo. Los datos de los efectos de este deshielo y de la subida de las temperaturas se acumulan. Son tantos, tan variados y alarmantes, que realmente acabaríamos deprimidos.

Entre los más llamativos, y uno de los pocos que puede mover a la toma de decisiones, se encuentra el de los costes que puede generar el deshielo a la economía mundial. Según los investigadores de las universidades de Cambridge y Rotterdam, bajo la superficie del hielo del mar de Siberia Oriental se acumulan ingentes cantidades de metano. Un gas que se está liberando poco a poco. Los científicos creen que la afloración de una pequeña parte podría desencadenar unos efectos devastadores en el clima. Según Gail Whiteman, profesor de Sostenibilidad, la Gestión y el Cambio Climático en la Universidad Erasmus de Rotterdam, Holanda, “el impacto global de un calentamiento del Ártico es una bomba retardada económica. La inminente desaparición del hielo marino estival en el Ártico tendrá enormes implicaciones tanto para la aceleración del cambio climático y las emisiones de metano de las aguas en alta mar, que ahora son capaces de entrar en calor durante el Verano. Este aumento masivo del metano tendrá importantes implicaciones para las economías y las sociedades globales”. Los estudios llevados a cabo cifran esta liberación de gases en 60.000 mil millones dólares, el tamaño de la economía mundial en 2012. Algo que sería insostenible.

¿Más datos? Los que afectarán a la alimentación de los seres humanos también podrían hacer saltar nuestras alarmas para conseguir la supervivencia. El libro de Lester R. Brown, Full Planet, Empty Plates: The New Geopolitics of Food Scarcity, nos da ciertos datos que nos podrían hacer pensar que la agricultura, tal y como se ha ido desarrollando más de 11.000 años ha evolucionado para maximizar la producción dentro de ese sistema climático. Ahora, de repente, el clima está cambiando. Desde 1970, la temperatura promedio de la Tierra ha aumentado más de 1 grado Fahrenheit (1,8ºC). y se prevé que aumente a unos 11 grados Fahrenheit (6ºC) para finales de este siglo.

Como ejemplo Brown sostiene que el aumento de la temperatura de la Tierra afecta a la agricultura de muchas maneras. Las altas temperaturas interfieren en la polinización y reducen la fotosíntesis de los cultivos alimentarios básicos. La parte más vulnerable del ciclo de vida de la planta es el período de polinización. De los tres alimentos básicos del mundo, trigo, arroz y maíz éste último es particularmente vulnerable.

Las cosechas se muestran vulnerables, tal y como han podido comprobar agricultores ecológicos de varios países, al determinar una relación muy fiel entre la temperatura y el rendimiento de sus cultivos. La regla que han podido determinar es que el aumento de un grado Celsius por encima de la media durante la temporada de crecimiento disminuye la producción de trigo, arroz y maíz en un 10% por ciento.

Podría seguir dando ejemplos, como que la Tundra es cada vez más verde. El tráfico de buques por esta zona ha aumentado pasando del Atlántico al Ártico por el estrecho de Bering con mayor frecuencia. En el año 2012 lo atravesaron 46 barcos y ahora mismo ya han sido autorizados más de 200. Estos ejemplos, hay más igual de estremecedores,  atacan directamente a dos frentes muy sensibles de nuestra existencia actual: la economía y la alimentación. Dos factores que deben remover las conciencias de todos.

Antonio Quilis Sanz

@AntonioQuilis

Director de El Mundo Ecológico